El género discursivo se constituye con los tipos relativamente estables de enunciados que surgen del uso de la lengua. Cada enunciado es un eslabón en la cadena de otros enunciados. Por más variados que sean estos enunciados (en extensión, contenido, composición) todos tienen rasgos estructurales comunes y fronteras bien definidas.
Ningún enunciado desde una perspectiva general, puede ser atribuido a un solo locutor: el enunciado es un producto social, es el producto de la interacción de los interlocutores y de manera general, el producto de toda situación social compleja, en la cual surgió.
Géneros discursivos
Denominamos géneros a formas de discurso estereotipadas, es decir, que se han fijado por el uso y se repiten con relativa estabilidad en las mismas situaciones comunicativas. Por ello, son formas reconocibles y compartidas por los hablantes, quienes identifican los géneros sobre todo por su formato externo y por el contexto en que se suelen producir; cada género discursivo responde a la necesidad de conseguir de forma satisfactoria una intención comunicativa determinada. Son los géneros discursivos los que distinguen una carta comercial, de un sermón, una noticia periodística, una receta, una conferencia, un brindis, un contrato o una entrevista radiofónica, por ejemplo.
Los textos que pertenecen a un mismo género discursivo se han desarrollado históricamente en una comunidad de hablantes, dentro de un ámbito social o profesional, y comparten una misma forma de organizar la información y un mismo conjunto de recursos lingüísticos (registro, fraseología, etc.). El uso de los conocimientos lingüísticos y discursivos típicos de un género es convencional, esto es, está estandarizado y viene establecido por la tradición.
La noción de género se remonta a la Antigüedad clásica. La retórica griega establecía, como respuesta a las necesidades de administrar la vida de la ciudad y los conflictos comerciales, tres grandes géneros de discurso: el género deliberativo para la asamblea, el género judicial para el tribunal y el género epidíctico para las ceremonias. En la tradición de la crítica literaria se han elaborado clasificaciones para los textos literarios, atendiendo a criterios diversos: según la composición, la forma y el contenido (se distingue entre poesía, teatro, novela y ensayo); según el modo de concebir la representación de la realidad (géneros románticos, realistas, naturalistas, surrealistas, etc.); o según la organización enunciativa de los textos (géneros fantásticos, autobiográficos, novela histórica, etc.).
Tipos de discurso
Veamos ahora algunos tipos de discurso que pueden ser de especial importancia para el redactor. Cada uno tendrá unas características diferentes, y las estrategias de construcción variarán de uno a otro. La división que voy a establecer no es tajante; de hecho, conviene en ocasiones mezclar elementos de un tipo de discurso en otro. Por ejemplo, incluir algunas características del discurso narrativo en uno publicitario ayudará a conseguir el objetivo perseguido por éste último, pues le aportará un interés que sólo la narratividad puede conseguir.
Discurso narrativo
El discurso narrativo es la exposición de unos hechos relatables por medio de una trama y un argumento. Por supuesto, es el que se utiliza en la novela y el cuento, pero cada vez más personas recurren a sus bondades fuera de la literatura, pues se caracteriza por mantener al lector pegado a las palabras como una mosca a la telaraña. Como dice E. M. Forster:
Discurso publicitario
El objetivo de un texto publicitario es vender un producto, y el redactor habrá de utilizar todos los recursos posibles para alcanzar ese objetivo, sin ningún tipo de escrúpulos. Los publicistas son los mayores ladrones de la historia: han robado sonatas a grandes compositores, cuadros a los pintores, frases a los escritores, canciones a los cantantes, expresiones a la gente de a pie... Y es que siempre tienen que estar renovando su repertorio.
Discurso expositivo
El discurso expositivo es el que busca informar de determinada cuestión o aclararla. Ha de ser, por tanto, un texto limpio y poco llamativo. El lector lo va a leer porque le interesa el contenido, y no porque se le meta en la retina como una mota de polvo. No obstante, como cualquier escrito, ha de hacérsele agradable y entretenido, porque si no lo dejará a la mitad, por muy interesado que esté en el tema .
Discurso argumentativo
El objetivo principal del discurso argumentativo es convencer, y a ello debe ir dirigida cada palabra que elijamos. Convencer no significa, por supuesto, avasallar ni ofender ni despreciar, sino acudir al entendimiento lógico del lector para que comprenda nuestras razones. Dado que vamos a intentar introducir un concepto nuevo sobre alguna cuestión que el lector no tiene a priori, habrá que poner especial cuidado en que esa intromisión en la configuración de su mente no sea brusca, sino que al leer el texto le parezca que eso es lo que ha opinado siempre, o que ha sido él mismo el que ha sacado las conclusiones.
Bibliografía:
http://www.ceibal.edu.uy/contenidos/areas_conocimiento/lengua/081020_fundamentacionlengua/gneros_discursivos.html
Bronckart, J.P. 1992. El discurso como acción. Por un nuevo paradigma psicolinguístico. Anuario de sicología, 54: 3-48.
http://www.escueladeescritores.com/modules.php?name=Content&pa=showpage&pid=19
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